Bailarina, modelo, actriz, escritora…, la polifacética artista francesa Dominique Abel debutó tras la cámara en 1998, codirigiendo con el fotógrafo Jean-Yves Escoffier el mediometraje Agujetas, cantaor, que ganó diversos premios internacionales. Ahora se estrena en el largometraje y en solitario con Polígono Sur, documental «dramáticamente orientado» -como lo define su productor-, que Abel ha coescrito con Juan José Ibáñez y que mereció en el último Festival de Berlín una Mención Especial de la Confederación de Cines de Arte y Ensayo.
Pensado como una indagación en el «nuevo flamenco», a través de la historia del guitarrista y cantaor Rafael Amador, finalmente decantó en un abigarrado retrato del barrio sevillano de Las Tres Mil Viviendas. Allí, los antiguos gitanos de Triana se mezclan con las nuevas generaciones de artistas flamencos, que cantan, bailan, crean su arte en cualquier esquina mientras intentan resolver los graves problemas de la barriada: paro, drogas, familias rotas, delicuencia, prostitución… Fruto de esa preocupación fue la organización de un concierto-homenaje al letrista Tío Pepe, el Quemao, que a la vez sirviera para promocionar el barrio, quizá el más peligroso de Sevilla, pero también el que atesora más arte flamenco por metro cuadrado.
A veces no se entiende bien lo que dicen o cantan los personajes de la película. Y, cuando se entiende, a veces lo que dicen o cantan tiene un interés desigual. De todos modos, se aprecia claramente el esfuerzo del guión y de la puesta en escena por captar las auténticas esencias del alma gitana que habla, canta o baila en cada secuencia. Y de esos esfuerzos surgen muchos momentos de gran valor estético y emotivo que conforman una rotunda denuncia social y una atractiva propuesta vital. La denuncia apunta al prejuicio de los payos contra los gitanos, pero también a la propia degeneración moral de muchos gitanos: «Hemos perdido lo que teníamos de valor y hemos cogido lo peor -sentencia uno de los personajes-. Es la peor situación de los gitanos desde que llegamos a España hace 500 años». Por su parte, el modelo de vida que emerge se asienta en la propia alegría de vivir, en el afán de aprender -en la escuela y en la calle-, en el trabajo bien hecho, en un desprecio al materialismo – «La raíz de todos lo males es el afán de dinero», se afirma-, en una confianza plena en la familia y los amigos, y en una sincera fe en Dios. Hasta se ofrecen unos divertidos apuntes surrealistas. No son pocos alicientes para una producción modesta y de distribución limitada.
Jerónimo José Martín