La comedia no es un género fácil para los elegantes. En el mecanismo de la risa hay salvavidas que es difícil no utilizar porque sabes que siempre van a funcionar. Hace unos años, hablando con el director de cine argentino Gabriel Nesci, me explicaba cómo en su película Días de vinilo había logrado no recurrir al tópico de que un personaje insultase a otro para asegurar la eficacia de algunos gags. “Siempre funciona y todo el mundo lo utiliza; se ha convertido en un lugar común que quería evitar a toda costa”.
Días de vinilo acabó siendo una comedia sensacional e ingeniosa gracias a la superación de ese reto. En el ámbito televisivo hay muy pocos que se atrevan a escribir una comedia sin acudir a los giros primarios. Pero cada vez hay más títulos de este tipo. En España, sin ir más lejos, Olmos y robles y Allí abajo son la antítesis del humor de La que se avecina. Y en Estados Unidos, una serie alienígena y excepcional como Portlandia representa todo un movimiento de la comedia americana desmarcada del estilo soez de directores como Judd Apatow (Lío embarazoso) o Seth MacFarlane (Ted), o sitcoms como Padre de familia, Dos hombres y medio o Mom.
Únicos en su especie
Después de ver Portlandia no hay opiniones intermedias. No hay series como ella. Y eso es muy difícil de decir cuando todos los días se estrenan series en el mundo. En cada uno de sus cortos capítulos esta sitcom reinventa su propio mundo con un humor de doble significado que no es un absurdo caprichoso sino una mirada diferente y muy ingeniosa.
Es difícil resumir el argumento de Portlandia. Básicamente son un conjunto de sketches sobre la ciudad de Portland (Oregón, Estados Unidos). Pero en realidad el lugar geográfico no es tan importante como las divertidísimas conexiones neuronales de Fred Armisen y Carrie Brownstein, dos cómicos que empezaron en el mítico late show norteamericano Saturday Night Live. Ellos son los creadores, guionistas e intérpretes de esta parada necesaria para cualquier seriéfilo que quiera oxigenarse a base de humor y creatividad.
Todo en Portlandia tiene el punto justo de extravagancia y genialidad a la hora de tratar los mitos que hacen que el hombre del siglo XXI sea definitivamente ridículo. El desfile del día del orgullo alérgico, un matrimonio adicto a la serie Battlestar Gallactica, la reivindicación masiva para eliminar las bolsas de plástico en Oregón, la tribu que persigue rayos de sol perdidos en la lluviosa y fría ciudad de Portland… Sólo hay una máxima: los sketches tienen que brillar por su originalidad, inteligencia y saludable acidez.
Que el ritmo no pare
No es nada fácil encontrar una sitcom de este tipo que aguante el paso de capítulos sin aburrir ni caer en chistes fáciles o el hermetismo de un humor excesivamente subjetivo. Y Portlandia lo consigue gracias a un ritmo endiablado basado en diálogos muy ingeniosos, variedad de argumentos, sólidos secundarios (Kyle MacLachlan, Chloë Sevigny, Jeff Goldblum) y constantes cameos (Rose Byrne, Tim Robbins, Steve Buscemi, Gus Van Sant).
También es muy acertado el uso de la música y el montaje acelerado que dan lugar a todo tipo de golpes de humor y atmósferas inauditas. Así empieza el piloto de esta serie: con una coreografía de hippies, freaks y tipos que parecen sacados de los años 90. Todos entonan una canción que cuenta que en Portland siguen viviendo como hace 20 años, sin todas esas actitudes que han hecho que el hombre actual sea más infeliz. En el fondo, Portlandia podría ser un complemento divertido a Black Mirror, la tumbativa y a ratos genial serie de ciencia-ficción de Charlie Brooker.
La ciudad de Portland no ha tenido ningún problema en aprovechar la popularidad de la serie. De hecho, el actual alcalde, además de aparecer en la serie, proclamó el 21 de enero de 2011 el Portlandia Day, que tiene como símbolo un pájaro decorativo en referencia a una broma de la serie. Incluso una compañía de excursiones en bicicleta comenzó a ofrecer guías para conocer Portlandia.
Portlandia es un ejemplo de serie realizada con presupuesto limitado por una productora independiente que tiene su público reducido pero fiel, suficiente para que la serie navegue ya hacia su quinta temporada en España, y hacia la séptima en Estados Unidos.