LaGravenese, curtido especialista en la escritura de adaptaciones de novelas al cine (Los puentes de Madison, La princesita, El hombre que susurraba a los caballos), hace lo propio con una sensiblera y cursi obra de la irlandesa Cecelia Ahern sobre una viuda que recibe cartas mensuales de su difunto marido rematadas con la posdata del título. Swank, ganadora de dos Oscar a la mejor actriz principal, es buena intérprete, pero la historia de esta pequeña película es muy poca cosa y solo queda alargar las situaciones y echar azúcar a la algodonera. Los secundarios compiten para ver quién resulta más patético, con una Lisa Kudrow (la Phoebe de Friends) verdaderamente grotesca. Hay demasiadas situaciones empalagosas que provocan en el espectador vergüenza ajena.
La película viene a demostrar el pánico que tienen muchos guionistas y casi todos los estudios de Hollywood a una historia romántica donde un hombre y una mujer se aman sin necesidad de conflictos estrambóticos, viajes en el tiempo, percepción extrasensorial y demás sandeces.