Profesor Holland

Mr. Holland's Opus

TÍTULO ORIGINAL Mr. Hollands Opus

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Director: Stephen Herek. Guión: Patrick Sheane Duncan.Intérpretes: Richard Dreyfuss, Glenne Headly, Jay Thomas, Olimpia Dukakis, W.H. Macy, Jean Louisa Kelly, Alicia Witt.

El secreto está en el título original: Mr. Holland’s Opus, «La obra de Mr. Holland», entendiendo «obra» en el sentido del trabajo de toda una vida. La película, en efecto, describe treinta años de la vida de Mr. Holland, un brillante pianista de espectáculos que, en la década de los 60, decide hacerse profesor de música de una high school de Portland, con la esperanza de poder componer, por fin, una sinfonía. Su sueño se cumplirá, pero de un modo distinto al que pensaba; acabará componiendo no una, sino dos sinfonías: una orquestal y otra vital. Y es que la vida le conducirá por la senda, aparentemente ingrata, de la entrega total a su labor educativa, primero en el colegio y, más tarde, también en su propio hogar, cuando tenga que ayudar a su hijo, sordo de nacimiento.

Al final de su carrera, cuando acecha el desencanto ante la superficialidad de los nuevos tiempos (en este punto, la crítica al actual sistema educativo norteamericano es durísima), Holland descubrirá que ha aprendido dos profundas e importantes verdades. La primera es la diferencia entre un profesor y un maestro: el profesor se limita a enseñar una materia concreta, y sólo tiene alumnos; el maestro, implicando su propia personalidad en su labor docente, sabe orientar las vidas de los chicos, les ofrece respuestas a las grandes preguntas, crea escuela y hace discípulos. La segunda gran verdad que descubrirá es la que encierra aquella máxima del pensador francés Joseph Joubert: «Enseñar es aprender dos veces».

Desde el punto de vista argumental, Profesor Holland está en la línea de ¡Adiós, Mr. Chips! o El Club de los Poetas Muertos. Pero supera a ambas, sobre todo porque el espléndido guión de Patrick Sheane Duncan afronta con más decisión y hondura un mayor número de conflictos dramáticos, todos ellos muy interesantes: escondida labor de enseñanza frente a éxito y fama a cualquier precio, activa aceptación de la realidad frente a escapismo artístico, plena libertad creativa frente a rectitud moral, trabajo frente a familia, arte clásico frente a arte moderno, educación especializada frente a educación humanística…

Para ciertos paladares, la película resultará sentimental y moralizadora; de hecho, en varias secuencias es muy difícil contener la emoción. Pero, al fin y al cabo, las películas favoritas de dos grandes maestros del cine, John Ford (El sol siempre brilla en Kentucky) y Frank Capra (¡Qué bello es vivir!), están también cortadas con ese patrón. Además, Profesor Holland coincide con ellas -sobre todo con la de Capra, como ha reconocido Stephen Herek- en su estructura narrativa y en su fundamento antropológico -heroicidad en lo cotidiano, valor de la familia y la amistad, dignidad y trascendencia de cada vida humana…-, aunque en Profesor Holland la presencia de Dios es más silenciosa que en esos films.

La partitura de Michael Kamen y su selección de temas clásicos y modernos resultan magníficas; se nota que ha hecho un gran esfuerzo -lo exigía el guión- por reflejar esa idea de que la música es la más espiritual de las artes. En todo caso, la música se convierte en el cauce simbólico del film y en la primera depositaria de sus mensajes.

Es una sorpresa que el hasta ahora discreto Stephen Herek (Somos los mejores, Los tres mosqueteros) haya conseguido tal vigor dramático en su puesta en escena y en la dirección de actores, todos ellos espléndidos, sobre todo Richard Dreyfuss. Pero, sorpresa o no, el caso es que ha conseguido una película espléndida, a la que sólo falta media letra para hacerse acreedora del calificativo «obra maestra».

Jerónimo José Martín

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