Putin ha pasado de ser un presidente bastante temible pero incógnito a convertirse en el político más peligroso del planeta en cuestión de semanas. La invasión a Ucrania parecía un farol para atemorizar a los líderes políticos de ese país que querían entrar en la OTAN y desligarse de Rusia; pero Putin, tal y como muestra esta docuserie de la BBC, es mucho más transparente de lo que parece.
El director y guionista de esta producción es Nick Green, un realizador que está lejos de la élite del cine y la televisión documentales. Aunque ha participado en algunos títulos de interés como La vida a todo color, con David Attenborough, el resto de sus trabajos no cumplieron con las expectativas de unas premisas interesantes (Babies, Cautivos, América, la historia de Estados Unidos). Este acercamiento a la vida de Putin tenía la enorme dificultad de enfrentarse a un secretismo oficial de Rusia que nunca vería con buenos ojos cualquier intento informativo que viniese de Reino Unido. Aun así, el resultado final es elogiable y muy actual para entender la crisis mundial que estamos viviendo.
En el primer capítulo, dedicado a su ascenso imprevisto al poder en 2012 tras el caos general del país con Borís Yeltsin, aparece una de sus primeras intervenciones públicas como presidente. El Kursk acaba de hundirse y la gestión hermética del gobierno ruso que había impedido las ayudas que habían ofrecido las marinas británica y noruega, estaba siendo muy criticada dentro y fuera del país (lo cuenta magníficamente Thomas Vinterberg en una de sus películas más injustamente olvidadas). En esos diez días de enorme tensión internacional, Putin estaba de vacaciones y no pensaba cambiar de planes. Lo más llamativo es que cuando regresó, no tuvo ningún problema en tener un encuentro con los familiares de las víctimas para defender la gestión de su gobierno ante el griterío del público. Este tipo de escenas son las que dan más valor a esta docuserie. Los gestos del presidente y sus palabras son muy significativos. Casi tanto como ver a Putin practicando judo con casi cincuenta años sin perder la compostura.
El valor documental de los testimonios sobre perseguidos por el régimen es inmenso. Los datos sobre envenenamientos, asesinatos y amenazas son numerosos y muy detallados, como los referidos al jefe de la oposición Alexéi Navalny, o al de Aleksandr Litvinenko, uno de los hombres de confianza de Putin que se atrevió a denunciar la corrupción de los oligarcas rusos y el ejército. Más decepcionante es el análisis apresurado y superficial sobre la política internacional del líder ruso, que apenas da algunos detalles sobre su relación de confianza con Donald Trump. A pesar de estas limitaciones, la docuserie es una aproximación notable a un político marcado por sus inicios en el KGB y el ejército ruso.