La directora de videoclips norteamericana Melina Matsoukas afronta su primer largometraje teniendo en el rabillo del ojo un argumento tradicional que nos ha dado grandes películas como Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967) o Malas tierras (Terrence Malick, 1973): una pareja que huye de la justicia, en este caso por un crimen fortuito. La cinta, contada casi en clave de road movie, nos habla del destino fatal que persigue a dos perdedores a los que la vida no parece haberles sonreído nunca.
La película muestra una buena factura de corte realista, y nos ofrece momentos visuales potentes, incluso poéticos, pero la obra no llega a ser redonda, ofrece situaciones poco verosímiles y el resultado no llega a convencer del todo. Los momentos de violencia y sexo no la hacen recomendable para todos los públicos.