El inglés Richard Curtis, 53 años, dirige su segunda película después de Love actually (2003). Curtis tiene una dilatada trayectoria como guionista que se remonta hasta los primeros años 80, en los que empezó a escribir en series de TV. Luego vendrían los libretos de Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, Bean y la adaptación de la saga Bridget Jones.
Radio encubierta responde bastante bien a las claves bien conocidas de la escritura de Curtis, aunque hay una diferencia evidente, y es que las tramas románticas no aparecen, cosa que se nota bastante porque Curtis tiene bastante talento en este terreno (piensen en algunas escenas especialmente logradas -las del segmento de Colin Firth- de la muy irregular Love actually.
La anécdota histórica (una emisora pirata que pone música moderna, con unos pinchadiscos que rivalizan entre sí para ganarse a los oyentes con un variado repertorio de tics transgresores o sicodélicos) es prometedora; pero la película, además de falsear y esquematizar en exceso lo que ocurrió, no sabe sacar partido a su fabulación, en buena medida porque se abusa tanto de la caricatura situacional, del gag directo y poco sutil, que los personajes terminan siendo empalagosos y se alejan del espectador. Aparecen abundantes ecos de las cosas menos logradas de otras historias de Curtis, pero casi no suenan las notas mejores que ha dado el teclado de este autor cómico.
Quizás el principal problema de Radio encubierta sea que no provoca la hilaridad que podría esperarse de una comedia gamberra, desmelenada y cínica. Por otra parte, cuando intenta ponerse emotiva y nostálgica da bastante grima su bobalicona, sumisa y edulcorada visión del manoseado sexo, drogas y rock and roll.
La música suena bien, pero suena poco y no tiene el peso que debiera, de forma que hablar de un recorrido musical por la música de los 60 es jugar al despiste. Los 129 minutos pesan como una losa, especialmente por la rigidez monocorde de un guión de poco fuste y por la sensación de histrionismo que transmite un reparto poco inspirado, que lideran unos encasillados Ifans y Hoffman.