Un camaleón doméstico escapa de la realidad -un terrario con la única compañía de una muñeca Barbie rota-, imaginando películas en las que él es protagonista. El destino lo conducirá a un triste poblado del Salvaje Oeste llamado Dirt (suciedad), que se muere de sed. Allí podrá aparecer como el anhelado héroe de película que llegar a salvar a una comunidad de un grupo de malvados forajidos.
En su primera película de animación, Verbinski ofrece un divertido y original homenaje al western, con la ayuda de Johnny Depp. El camaleón Rango está concebido a imagen del actor que le ha puesto la voz y el alma. La mezcla western-Depp depara una comedia disparatada, inteligente que es una declaración de amor al género. En efecto, a pesar de su curiosa apariencia, Rango es un western crepuscular que bebe de fuentes clásicas en tramas, personajes y conflictos: el fanfarrón, el cobarde, las últimas leyendas, la búsqueda de una identidad, el explotador, el duelo, las grandes persecuciones, el romance y el espíritu del Oeste. La fotografía es realista y espectacular, y el homenaje a Clint Eastwood precioso y desternillante. Mucho Sergio Leone, una parte de Cat Ballou, y el resto mil referencias varias.
Pero Rango es demasiado larga y adolece de algunas caídas de ritmo, compensadas por unos buenos diálogos y unos personajes extraordinarios. Queda por saber a qué público está dirigido. Apta para niños creciditos, pero idónea sólo para amantes del western, un género que los jóvenes no suelen conocer… Una buena película que debe encontrar su público.