Director: Michael Hoffman. Guión: Rupert Walters. Intérpretes: Robert Downey Jr., Sam Neill, Meg Ryan, Hugh Grant, Polly Walker, Ian McKellen, David Thewlis. 120 min.
Adaptación de la novela homónima de Rose Tremain, ganadora del prestigioso Booker Prize inglés. La acción transcurre en la Inglaterra del siglo XVII, durante el reinado de Carlos II. Merivel, médico con un don especial para el ejercicio de su profesión, acaricia la idea de una vida más cómoda que la ofrecida por su hospital. El requerimiento del rey para cuidar a su perro le encumbra a lo más alto de la vida social; pero también le sume en el libertinaje y la decadencia. El colmo de la degradación llega con el abandono de la medicina y la aceptación de un matrimonio de conveniencia. La esposa, lady Celia, es una de las amantes del rey Carlos, quien desea tenerla cerca sin despertar los celos de otras compañías femeninas. Merivel cae en desgracia cuando deja de servir a los intereses del monarca.
El decidido aire de folletín que tiene la película recuerda a la reciente Moll Flanders. Es como una de esas vidas ejemplares cuyo protagonista, tras la felicidad efímera de un comportamiento egoísta, sufre todo tipo de desgracias que le hacen recapacitar y redimirse. La historia, aunque bienintencionada -el bien llena, el mal no aprovecha-, se cuenta de modo discutible. No sólo por lo explícito de algunas andanzas amorosas. Muchas cosas suceden a los personajes; tantas, que a veces da la impresión de que no son ellos los responsables de sus propios destinos; todo parece producto de cierto fatalismo incontrolable. Se echa de menos en los personajes una visión más clara del ejercicio de su libertad. Esto no cabe achacarlo al trabajo de los actores -que hacen un notable esfuerzo por hacer verosímiles sus papeles- sino al guión y, quizá, a la novela original.
Pese a todo, el film se sigue con interés. Michael Hoffman, estadounidense formado en Gran Bretaña, conjuga gustos americanos y europeos, y se aleja de otras obras suyas más ligeras, como Escándalo en el plató. El empaque visual de la película es deslumbrante, y fue premiado con los Oscars 1996 al vestuario y a la dirección artística. Una hermosa fotografía, que compone soberbios cuadros, y una cuidada banda sonora, que recurre con acierto a temas de Purcel, ayudan a resaltar la magnífica reconstrucción de época que ofrece el film.
José María Aresté