No merecería la pena comentar esta película, si no fuera por salir al paso de su propaganda, dirigida a un público infantil, para quien es del todo inadecuada por su cruel violencia. El personaje creado por Defoe que, en la soledad de una isla desierta, logra sobrevivir con su ingenio y voluntad, queda pésimamente reducido a matar. Es también inadecuada la relación amorosa de Robinson Crusoe con su prometida, y sus sueños, que, traicionando la novela, le convierten en un libertino dieciochesco.
Dirección premiosa, guión reiterativo y sin imaginación, una interpretación de Pierce Brosnan lamentable…; lo único magnífico es el paisaje natural de Nueva Guinea, que ya estaba ahí.
Pedro Antonio Urbina