La película comienza con la fiesta del cincuenta cumpleaños de María del Carmen (Maria Onetto), ama de casa modelo, a la que adoran su marido y dos hijos ya adultos. María encuentra entre los regalos un rompecabezas. Aunque nunca ha “armado” ninguno, decide probar y descubre que le encanta hacerlo y que posee un increíble talento para “armar” puzles en tiempo récord. De repente ve un mundo, al margen de su familia, en el que puede realizarse: gente que comparte su afición y valora su talento, torneos nacionales y mundiales de puzles…
Rompecabezas cuenta una historia sencilla y universal: la crisis de mediana edad de una mujer, que nunca se ha valorado a sí misma y de repente siente que no ha sido valorada por los suyos. Entonces se le abren mundos insospechados, posibilidades infinitas de viajar, de conocer mundo, de tener otros amores más interesantes que los que encuentra a diario en su casa –bien que menos románticos–; la tentación es fuerte. La historia, cercana a Los puentes de Madison, está llevada con pinzas, con pocos recursos: el talento de María Onetto, y el de Gabriel Goity y Arturo Goetz; y una cámara que se fija en detalles.
Una ópera prima interesante, pero a la que faltan matices: la vida de María del Carmen sufre una completa transformación, se descubre infravalorada de repente, como si todo lo que hubiera hecho antes no hubiera tenido ningún sentido. Obviamente no es esa la idea, y es probable que las dificultades de financiación que tuvo la película hayan sido responsables de limitar la narración hasta los mínimos imprescindibles, y centrarse en la expresividad y emociones de la protagonista.
