La importancia adquirida por la figura del creador de una serie es uno de los elementos esenciales de la edad dorada que vive la televisión actual. Poco importa quién dirija o escriba un capítulo, porque la dirección de la ruta ya está marcada por los creadores y “vigilada” por los emblemáticos “showrunners” (así se llama a los encargados de mantener una coherencia interna según avanza la temporada).
Nick Santora no es muy conocido, pero es uno de los creadores de Prison Break, un producto televisual adictivo como pocos de la pasada década. Con Scorpion ha logrado una serie muy completa, elegante y muy dinámica, para un público amplio.
El primer episodio de la serie comienza con un suceso real. Walter O’Brien vive en Irlanda y aparentemente solo es un adolescente al que le gusta pasar demasiado tiempo delante del ordenador. Un día logra piratear el sistema informático de la NASA para obtener unas fotografías de la galaxia con que decorar su desastrada habitación. Con esta escena conocemos al que se convertirá en líder de Scorpion, un grupo de cuatro chicos superdotados que trabajan clandestinamente en una pequeña nave industrial que apenas pueden mantener. Gobiernos, servicios secretos y criminales intentan que estos cerebritos colaboren con ellos.
La galería de secundarios atractivos, las tramas ingeniosas y el ritmo trepidante de escenas de acción magníficamente editadas y planificadas hacen que Scorpion sea un serie muy agradecida. No importa demasiado que la temporada sea larga, porque es fácil conectar en cualquier momento con capítulos autoconclusivos. Especialmente brillante es el episodio piloto; un auténtico torbellino argumental que además logra definir con destreza a los personajes en muy pocas líneas.
La galería de secundarios atractivos, las tramas ingeniosas y el ritmo trepidante de escenas de acción magníficamente planificadas hacen que “Scorpion” sea un serie muy agradecida
La selección de actores es acertada, con nombres desconocidos pero solventes. Curiosamente, el único interprete al que le desborda su personaje es la famosa Katherine McPhee, protagonista de la serie musical Smash. En Scorpion demuestra que tiene talento para cantar y bailar, pero cuando no lo hace, es muy limitada. Aun así el entorno es tan favorable que su interpretación queda bastante maquillada. Además, su personaje es esencial para humanizar a unos genios que son incapaces de actuar en sociedad con la naturalidad de las personas corrientes.
Los incansables e inseparables Robert Orci y Alex Kutzman producen esta serie, y esta vez, su aportación mejora el producto. Está claro que estos dos promotores son irregulares (ya lo han demostrado en sagas como Transformers o The Amazing Spider-Man), pero también es verdad que cuando cuentan con buenos guionistas, logran dar un sello de calidad indudable en la producción. Y Scorpion es una serie imponente en su factura visual y en el uso de efectos especiales de imagen y sonido.
Es lógico que la serie haya renovado por una segunda temporada. Y no sería extraño que en poco tiempo una cadena generalista nacional compre los derechos para emitirla.
|