Si no lo conocen, echen un vistazo en Vimeo a Head over Heels, un corto en stop motion que cuenta, de una manera sorprendente, la tensa –y distante– situación de un maduro matrimonio en crisis. Detrás de esta sorprendente pieza, nominada al Oscar en 2012, estaba un jovencísimo cineasta, Timothy Reckart (Arizona, 1987), que ahora se estrena en el largometraje con esta cinta típicamente navideña.
Y aquí el adjetivo no es un lugar común ni un mero recurso literario. Las películas navideñas son un género en sí mismas, suelen ser cintas familiares, de final feliz que, por su temática, le recuerdan al espectador las innegables ventajas que tiene transitar por el lado luminoso de la vida. La relación que todo esto tiene con la Navidad –que la tiene– nos podría llevar muy lejos…
Para valorar esta película no hay que remontarse tanto, porque lo que cuenta Se armó el belén (curiosa traducción para una cinta que se llama The Star) es ni más ni menos que el nacimiento de Jesucristo. O, dicho con otras palabras, cuenta la Navidad en estado puro. Y para esto adapta –al pie de la letra pero con indudable oído infantil para traducirlo a su público prioritario– el relato de la Biblia. Muy esencial todo. Pero que nadie piense en un relato catequético, aunque la película tiene mucho valor como catequesis. Reckhart –insisto, pensando sobre todo en los más pequeños de la casa– desarrolla alrededor del relato central una película de aventuras protagonizada por un nutrido grupo de animales que van dando cuerpo a una rica galería de personajes: hay buenos y malos, cobardes, fanfarrones y audaces. Hay una persecución en toda regla, un enemigo al que despistar y una meta a la que llegar.
En el fondo, lo que ha hecho Reckhart es lo que han hecho miles de niños a lo largo de la Historia: dar vida, con su imaginación, a las numerosas piezas que pueblan un belén. Ellos, los pequeños, disfrutarán contemplando en la pantalla esas aventuras que han imaginado mil veces mientras que el público adulto –que ya ha olvidado el nombre que le daba a los camellos– puede trascender la sencillez de la narración y hacer una lectura más rica (siempre que recuerde el relato bíblico, eso sí).
Innegablemente, y frente a otras propuestas más sofisticadas, (la propia y excelente Coco), Se armó el belén no llega a esa perfección técnica y visual, pero hay que reconocer que, como película para ver en Navidad, no se me ocurre ninguna mejor.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta
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