Director: George Sluizer. Intérpretes: Kiefer Sutherland, Jeff Bridges, Nancy Travis.
El director de origen holandés George Sluizer, formado en el campo de los documentales, dirige su primer film americano. Se trata del remake de otra película suya, Spoorlos, aunque con importantes variaciones debidas al guionista y productor ejecutivo Tod Graff. Su anterior trabajo, Utz -una historia intimista sobre un coleccionista de miniaturas de porcelana-, muy distinto del thriller que se comenta, ya destacó en la Berlinade 1991, donde su protagonista, el veterano Armin Müller-Stahl, obtuvo el premio al mejor actor.
Un joven (Kiefer Sutherland) viaja con su novia por la carretera de una zona montañosa. Al detenerse en una concurrida gasolinera, se separan; pero la chica ya no volverá. Dos años más tarde, el joven continúa sin poder explicar la súbita desaparición. Anuncios, carteles, participación en programas de televisión, todo ha sido inútil para averiguar qué ocurrió. Ni siquiera enamorarse de nuevo de una sensible camarera (Nancy Travis) le hace olvidar. Sobre todo cuando recibe el mensaje de un tipo extraño (Jeff Bridges) que dice conocer la verdad. Enseguida se ve que se trata de un perturbado, pero a la vez es alguien muy normal: profesor de química, casado y con una hija, tiene problemas familiares.
A partir de una situación cotidiana -la momentánea separación de dos personas en una gasolinera-, Sluizer ha conseguido urdir una trama enormemente inquietante. Gran parte del mérito hay que atribuírselo al medido guión de Todd Graff, que sólo resulta algo exagerado en el clímax final.
El director saca también un gran rendimiento a los actores principales: a Jeff Bridges -que hace una actuación memorable- en su papel de enigmático psicópata; a Kiefer Sutherland, que interpreta al hombre obsesionado por descubrir la verdad, y a Nancy Travis, la chica que trata de sacarle a flote. Quizá sea éste uno de los principales méritos del director: sus personajes parecen reales.
El thriller es un género de moda en Hollywood. Sluizer no se ha limitado a seguir los vientos que soplan allí, sino que firma una historia con peso y personalidad. Un montaje bien ensamblado y la inspirada banda sonora de Jerry Goldsmith contribuyen a la calidad del film.
José María Aresté