1958. Un trabajo escolar de unos niños imagina como será el mundo en 2008. Casi todos dibujan pero una niña escribe una serie numérica. 50 años más tarde esos números llegan a las manos de un profesor de astronomía que se pregunta por el sentido que puedan tener. El egipcio Proyas (Yo, robot) es diestro en el género de la ciencia-ficción y desarrolla bien la historia, sabiendo esperar para llegar a unas secuencias tremendamente espectaculares. La película funciona y es un buen entretenimiento, a pesar del aturullamiento del final y un exceso de simpleza en las explicaciones.
Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa
Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.
Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.