Desde su creación en 1994, DreamWorks Animation ha competido con Disney intentando ganarse al público adulto sin perder al infantil. Sus esfuerzos han generado una comedia divertida pero sofisticada (Hormigaz), un espectacular drama épico (El príncipe de Egipto), una magistral comedia carcelaria (Chicken Run: Evasión en la granja) y una comedia de aventuras decepcionante (La ruta hacia El Dorado). Esta irregular trayectoria se encauza de nuevo con Shrek, original película de animación en 3D, ya convertida en el mayor éxito del estudio.
El guión -adaptación de la novela de William Steig- parodia de un modo inteligente los cuentos de hadas clásicos sin dejar de ser él mismo un cuento clásico. Desde estos parámetros se relata la aventura de Shrek, un ogro sucio, solitario y de apariencia agresiva, pero que en realidad es buena gente. Un día, Lord Farquaad, un enano cruel y vanidoso, expulsa de su pulcro reino a todos los personajes fantásticos, y los envía al inmundo pantano de Shrek. Para resolver esa incómoda situación, el ogro acepta rescatar de las fauces de una enamoradiza dragona a la aguerrida princesa Fiona, con la que Lord Farquaad ansía casarse. En su odisea, Shrek gozará de la compañía de Asno, un burro parlanchín y cobarde.
La agilidad del guión, sus chispeantes diálogos y sus geniales golpes de humor, plagados de negras ironías fílmicas y literarias, permiten que espectadores de todas las edades puedan disfrutar hasta la carcajada con este elogio de la solidaridad y la belleza interior, marcado por un tono iconoclasta que solo resulta molesto en la leve acumulación inicial de groserías escatológicas. Esta solidez narrativa y dramática se articula en una magnífica animación digital, de gran expresividad gestual y atrevida en el tratamiento del color. La guinda la pone el excelente doblaje, mejor en la versión original que en la española. Solo cabe reprochar un exceso de canciones modernas en la banda sonora, que a veces amenazan el díficil equilibrio satírico-romántico de la película.