A los 50 años, Alice Howland ha realizado grandes cosas. Ocupa la cátedra de Lingüística en la Universidad de Columbia, está casada y tiene tres hijos. Pero unos pequeños fallos de memoria la inquietan: resultan ser la fase inicial de tipo de alzheimer que comienza quince años antes de lo normal, se transmite genéticamente y progresa a gran velocidad. A lo largo de la cinta veremos cómo Alice lucha con la enfermedad, por seguir siendo ella misma todo lo que pueda.
Still Alice está basado en la novela homónima de la neurocirujana Lisa Genova, que trata la enfermedad desde el punto de vista del paciente, en primera persona, y no –como en otras películas se ha hecho– desde el punto de vista de los allegados. Gracias a la gran actuación de Julianne Moore, premiada con el Globo de Oro, podemos sufrir con Alice, que se hace cargo de su progresivo deterioro, tanto más cuanto que es una persona muy inteligente y utiliza todos sus recursos para paliar los síntomas más evidentes de la enfermedad. Un gran reparto contribuye a dar veracidad a la historia.
Bien realizada, triste, dura, y con una lamentable falta de trascendencia a la hora de enfrentarse a los momentos más delicados de la vida.
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