Tras el éxito que obtuviera con Lock & Stock, su ópera prima, el inglés Guy Ritchie repite fórmula: una comedia negra, coral, en la que se entrecruzan, al frenético ritmo de un videoclip rockero, diversos capítulos, personajes y/o elementos de la misma historia, compuesta de gags violentos –atemperados por el humor– y situaciones absurdas a fuerza de ser lógicas. Todo ello en torno a un grupo de mafiosos, rateros y gitanos que persiguen un diamante.
Bien interpretada, la película es un derroche de inventiva visual desde los títulos de crédito, que evidencian una amplia experiencia del director en el mundo de la publicidad y el video-clip.