El austriaco Zinnemann logró un western atípico pero magistral, narrado en su segunda parte a tiempo real. Está protagonizado por un Gary Cooper de 50 años que ganó su segundo Oscar (el primero fue en 1941 por El Sargento York de Hawks) gracias a una interpretación muy inteligente de un hombre digno que tiene sobrados motivos para quitarse de en medio ante una situación peligrosa y decide no hacerlo. La cinta fue un gran éxito de público y de crítica en un momento en que el western languidecía.
Además de un uso del tiempo que hace que la película cobre una intensidad muy impactante, hay una exquisita foto en blanco y negro de Floyd Crosby, ganador del Oscar por su trabajo en la última película de Murnau, Tabú.
La música del maestro Dimitri Tiomkin ha quedado como la perfecta melodía interior del hombre que arrostra el peligro sabiéndose vulnerable. Grace Kelly debutaba en el cine con 22 años y Zinnemann (1907-1997) ganó un año después el Oscar al director y siete más por De aquí a la eternidad.
