Se cierra –supuestamente– la trilogía protagonizada por Tom Holland y dirigida por Jon Watts (Spider-Man: No Way Home, Spider-Man: Lejos de casa y Spider-Man: Homecoming). Se trata de una película especialmente concebida para seguidores de la saga cinematográfica del superhéroe de la Marvel, ya que elementos, situaciones y personajes de las siete películas anteriores (las de Sam Raimi –protagonizadas por Tobey Maguire–, las de Marc Webb –protagonizadas por Andrew Garfield–, y las dos de Jon Watts) juegan papeles importantes en ella. En ese sentido, la cinta es un homenaje autorreferencial a lo grande al universo –o multiverso– Spider-Man.
El argumento parte de que se ha hecho pública la identidad de Spider-Man –es decir, de Peter Parker–, y ello se torna una pesadilla para él, ya que en un popular programa televisivo se le acusa injustamente de haber matado a Mysterio. Por esa razón, a él, a su novia MJ (Zendaya) y a su incondicional amigo Wong se les niega el acceso a la Universidad. A Peter, solo se le ocurre una solución a esa injusticia: que el mago Doctor Strange (Benedict Cumberbatch) haga un conjuro que haga olvidar a la gente que él es Spider-Man. Pero claro, no desea que ese conjuro le afecte a su novia, ni a su madre de acogida May (Marisa Tomei). Y ahí van a empezar los problemas, o más bien problemones.
La película tiene su gran capital en el guion, que es limpio, ágil, muy pensado, bien dosificado y con buenas soluciones. La puesta en escena alterna secuencias de acción, con otras cómicas e incluso algunas sumamente emotivas. Pero todo dentro de unos parámetros de moderación, sin salidas de tono o irregularidades molestas. También es muy notable el perfil moral del mensaje, nítido y llamativamente insistente: los dones implican responsabilidad, y esa responsabilidad siempre está al servicio del bien, aunque ello implique buscar lo mejor para tus enemigos. La película rechaza lo instintivo, la venganza y subraya que para todos –incluso para los peores– hay posibilidad de sanación y cambio. Un buen cierre de trilogía. ¿Por qué no dejarlo ya ahí… de una vez?