La trama de esta película arranca con un trepidante rescate fallido en una cárcel china de máxima seguridad. A consecuencia del mismo, es detenido y condenado a muerte un joven agente de la CIA. Como actuaba por su cuenta, sus superiores quieren dejarlo en la estacada. Pero el veterano agente que le instruyó hace todo lo posible para salvarlo, mientras apura su último día antes de jubilarse. De este modo, desvelará a sus superiores y al espectador las numerosas acciones sucias en las que participaron él y su protegido, supuestamente amparados por la doctrina del mal menor.
Spy Game es sobre todo una trepidante película de acción, interpretada esforzadamente por dos grandes estrellas -Robert Redford y Brad Pitt-, que dotan de personalidad y matices a sus personajes, a pesar de que sus concretas caracterizaciones no se adecúan a los tiempos diversos en que se mueve la acción. A esto se añade la puesta en escena de Tony Scott (Top Gun, Días de trueno, El último boy scout, Marea roja, Fanático, Enemigo público), tan aparatosa como suele ser habitual en él, pero eficaz tanto en las escenas de acción como en su angustioso juego de intrigas y sorpresas.
El principal y más grave defecto de la película es su frialdad de fondo, o mejor, asumir una perspectiva ética tan poco nítida que parece dar por legítimas acciones terribles realizadas en nombre de la razón de Estado. Se hubiera agradecido una constatación más clara de que un fin digno en ningún caso justifica el empleo de medios indignos.
Jerónimo José Martín