Esta película familiar se basa en las populares novelas infantiles de E.B. White. Los Little, un matrimonio neoyorquino, se disponen a adoptar a un niño, pues su hijo George quiere un hermanito. En el orfanato, se quedan prendados de Stuart, un pequeño e inteligente ratón huérfano. La encargada del orfanato les advierte que es mejor llevarse a alguien de su misma especie; pero ellos intuyen que Stuart necesita una familia y que será el hermano ideal para George. Así que lo adoptan. Ya en el hogar, las cosas no serán fáciles: George se enfada por la elección de sus padres; Snowball, el gato doméstico, se siente desplazado por el roedor, y lanza contra él a sus amigotes callejeros; al resto de la familia, tíos y primos, le costará apreciar al nuevo Little… Por su parte, Stuart tendrá que hacerse querer tal como es, sin pretender ser un humano.
Esta película funciona a la perfección si el espectador -sobre todo el adulto- acepta su trama como debe ser aceptada: con corazón de niño. Su mérito no es tanto la magnífica integración en la acción real de las alucinantes animaciones digitales; está más bien en la seriedad con que se ha tomado su trabajo todo el equipo: el director Rob Minkoff -co-director de El Rey León-, los guionistas -entre ellos, M. Night Shyamalan (El sexto sentido)- y los actores, particularmente Geena Davis.
Toda obra literaria de valor admite más de una lectura, sobre todo en los géneros fantástico y juvenil. Las novelas de E.B. White ofrecen también varias lecturas. Así, el relato infantil de un ratón que forma parte de una familia humana se enriquece con un bello canto a la unidad familiar, al derecho a la diversidad, a la amistad y a la posibilidad de rectificar.
Fernando Gil-Delgado