Como George pasa cada vez más tiempo con sus amigos, el ratoncito Stuart se siente un poco abandonado y necesita un nuevo amigo. Su nueva compañera será Margalo, una pajarilla a quien Stuart salva de las garras de un halcón. Margalo se instala en la mansión de los Little mientras se recupera de una herida en el ala y sueña con volar hacia el Sur. Stuart le toma un gran cariño y todo parece ir a las mil maravillas. Pero el interés que se toma Margalo por las cosas bonitas de la casa debería hacer sospechar que tiene segundas intenciones.
Stuart Little 2 desmiente el viejo dicho de «nunca segundas partes fueron buenas». Las aventuras de este ratoncito creado por ordenador no han perdido ni un ápice de interés. Ron Minkoff, que dirigió la primera adaptación del popular cuento de E. B. White, era plenamente consciente de que ya no tenía que perder tiempo para construir una ambientación, pues eso ya fue resuelto en la primera película. Ahora su cometido era dar rienda suelta a la personalidad de Stuart, y lo ha hecho con un maravilloso estilo visual: jugando al fútbol con el equipo del colegio, pilotando un avión en miniatura que ha construido su hermano George, conduciendo su propio coche y acudiendo en rescate de su dama. La tecnología digital, una spyder-cam para filmar las numerosas escenas aéreas por Central Park y el equipo artístico han combinado a la perfección los actores humanos y los digitales. De hecho, los primeros pierden en la comparación.
Fernando Gil-Delgado
