Sin llegar al nivel sobresaliente de una serie estrella como The Good Wife (que sigue muy viva en su quinta temporada), Suits es una buena serie de abogados. Tiene personajes atractivos, interpretados por actores de segunda línea con talento y naturalidad. Y un guion que sabe combinar drama y comedia, litigios y conflictos sentimentales, argumentos novedosos y tramas secundarias estables. Todo con un presupuesto razonable.
Con cerca de 4 millones de espectadores en EE.UU., Suits es un producto cada vez más consolidado. El pasado 24 de octubre, USA Network confirmó la renovación de la serie por una cuarta temporada que empezará a emitirse en marzo de 2014.
El creador de Suits es Aaron Korsh, que llevaba diez años colaborando en series como El Bufete, Dame un respiro o Raymond. Doug Liman (director de películas tan interesantes como El caso Bourne o Caza a la espía) es uno de los productores ejecutivos.
Chaqueta, corbata y astucia
Harvey Specter (Gabriel Macht) es uno de los abogados de mayor prestigio en Nueva York. Pero es arrogante y tiene múltiples problemas con sus compañeros de bufete, en el que acaba de ser nombrado socio. Por ese motivo su paciente jefa Jessica (Gina Torres) le obliga a contratar a un asociado que trabaje con él. El elegido será Mike Ross (Patrick J. Adams), un genio sin título universitario que tratará de hacerse pasar por un brillante licenciado por Harvard elegantemente trajeado (de ahí, el título en inglés).
Cada capítulo se centra en un caso concreto, algo que facilita el seguimiento de la serie. De carácter divulgativo, Suits explica con elegancia y sencillez conflictos jurídicos de notable tensión dramática, acompañados de esporádicos toques de humor irónico que resultan muy sutiles. Sin embargo, hay algunos apuntes zafios esporádicos que resultan incoherentes con el tono general de la serie. En concreto, en el capítulo final de la segunda temporada desconcierta especialmente una escena ajena al registro habitual de Suits.
Por otro lado, los guionistas desarrollan atinadamente unos personajes fácilmente caricaturizables. Se agradece que el cinismo de Harvey, la prudencia de Jessica o la bondad de Mike tengan una gradación que permite que la serie sea ágil pero no acelerada, amena pero no insustancial.
El vestuario, la puesta en escena, la fotografía… todo en Suits logra un aspecto impecable, coherente con una tendencia televisiva que pretende llegar a públicos de todo tipo con inteligencia, más que con cambios bruscos, giros incomprensibles o impactos truculentos. De esta manera, la serie tiene un sello propio y sabe ser muy amena, con temporadas estables en las que no decae el interés.
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