El polifacético director británico Danny Boyle vuelve a su tema preferido -la ciencia ficción- tras su brillante experiencia de «Millones». Pero «Sunshine» no alcanza la fuerza de «28 días después», aunque comparte algo de su visión apocalíptica y pesimista, y sobre todo comparte al guionista Alex Garland. La película trata de una nave espacial científica que vuela hacia el sol para detener su progresivo enfriamiento por medio de una bomba especial. A bordo de la nave viajan ocho personas que tendrán que tomar decisiones drásticas si quieren impedir la extinción del género humano.
«Sunshine» empieza siendo sugerente, pero en el tramo final cae en la resolución facilona. Referencias obvias a «Alien» o «2001, una odisea del espacio», más que homenajes suponen un perjuicio para la película, y la empantanan en un «déjà vu» carente de interés. Los dilemas morales y filosóficos que plantea la trama no se resuelven con inteligencia, y muchos personajes son susceptible de un mayor desarrollo. Por otra parte, y a pesar del indiscutible estilo como realizador de Boyle, la línea argumental no siempre se percibe con nitidez y algunas elipsis no resultan claras. También parte de presupuestos científicos demasiado inaceptables, aunque se trate de ciencia-ficción.
Sin embargo, la primera parte es mucho más sólida, más coherente y prometedora, llena de interesantes diseños de maquetas y efectos especiales. También parte de unas curiosas reflexiones místicas sobre la luz, que degenerarán en planteamientos religiosos muy tópicos y superficiales como los que encarna el personaje del loco. En fin, un ejercicio de estilo que se queda a medio camino de sus objetivos.
Juan Orellana
