Esta es una de esas películas corales sobre el drama de la inmigración ilegal que no va a ninguna parte porque el guionista no se lo propone: se limita a constatar una serie de hechos y diseña unos personajes para poder ensamblar unos cuadros aislados que se unen de una manera artificiosa. Así, es lastimosa la manera de mostrar el sexo en una de las tramas: debería mover a compasión ese abyecto chantaje a una chica, pero al director se le va la cabeza.
Kramer cuenta con buenos actores y una historia que no está exenta de interés, pero su manera de hacer evolucionar a los personajes es superficial, maniquea y simplista. No hay zonas grises. El megáfono, por decirlo de algún modo, se puede usar una vez o dos, pero no dieciocho. El policía asqueado de Ford, el funcionario corrupto de Liotta, los inmigrantes sin papeles de Sturgess y Eve son un mal remedo de Crash.