Otra aproximación fílmica a las aventuras de Batman, el hombre murciélago, traumatizado por la muerte de sus millonarios padres a manos de un anónimo criminal. Más deudora del tono oscuro de la trilogía de Christopher Nolan que de las aproximaciones traviesas o de aire kitsch de Tim Burton y Joel Schumacher. De los filmes de Nolan hereda la visión pesimista de una sociedad en descomposición, y la aproximación estética de escenas nocturnas y música in crescendo en busca de un cenit que nunca llega. Bruce Wayne enmascarado pasará de vengador en atracos de poca monta a colaborador del comisario Gordon en el esclarecimiento del asesinato del alcalde de Gotham a manos de un siniestro villano que se hace llamar Acertijo, pues su marca de fábrica es dejar adivinanzas a Batman cada vez que comete una fechoría.
La película de casi 3 horas entregada por Matt Reeves (Monstruoso, dos filmes de otra revisitación a una saga, la del Planeta de los simios) es entretenida pero decididamente irregular. Puede irritar la imagen lánguida e inexpresiva del Batman-Wayne de un Robert Pattinson puro mentón, o el escaso interés del conato de relación romántica con Selina-Catwoman, interpretada por Zoë Kravitz, una chica independiente. En general, los personajes están tan desdibujados en el guion, que solo la poderosa presencia de algunos actores, como John Turturro o Jeffrey Wright, consigue darles tridimensionalidad. No faltan los clichés de la diversidad, los psicópatas que se pasan tres pueblos, o las turbas malvadas de tintes trumpianos que siguen consignas recibidas por Internet.