Quedan lejos aquellos tiempos en que los espectadores de todo el mundo iban al cine a ver una película porque salía Clark Gable, Greta Garbo o Rodolfo Valentino. Hoy en día pocos artistas aseguran el triunfo en la taquilla. Es el caso de Leonardo Di Caprio o, en España, Paco León. Aun así, hay un buen número de actores por los que vale la pena pagar una entrada o pasar horas delante de la pequeña pantalla, a pesar de que la película o serie sea deficiente. The Good Doctor tiene aciertos y errores de bulto, pero tiene a Freddie Highmore. Y eso es más que suficiente.
Un actor que vale una serie
Este actor londinense de 25 años ha logrado una nominación a los Globos de Oro como mejor actor principal en serie dramática por The Good Doctor. Así culmina un ascenso a la fama mundial de uno de los pocos niños prodigio del cine y la televisión recientes que ha sabido crecer. Siendo un adolescente, ya mostró su capacidad en Descubriendo Nunca Jamás (2004) y Charlie y la fábrica de chocolate (2005). Pero el paso fundamental de madurez lo dio en la sensacional serie Motel Bates (2013-2017), 5 temporadas y casi 100 capítulos para hacer un despliegue interpretativo mostrando el deterioro psiquiátrico de Norman Bates junto a una magistral Vera Farmiga.
En The Good Doctor, este actor veinteañero es protagonista y productor de la serie, algo que demuestra el prestigio que ha logrado en muy poco tiempo. Su personaje acaba de terminar los estudios de Medicina y padece un autismo combinado con el denominado síndrome de sabio. Para ayudarle en su adaptación al hospital, su mentor será el prestigioso Dr. Aaron Glassman, interpretado por Richard Schiff, uno de los secundarios más reconocibles de la televisión (El Ala Oeste de la Casa Blanca, The Affair, Manhattan).
Un gran creador
El creador de esta serie es David Shore (Londres, 1959), una de las figuras más importantes de la televisión en los años 90 con series como Ley y orden, y en la primera década del siglo XXI con House, uno de los pilares esenciales de la ficción para la pequeña pantalla. Aunque la historia original de The Good Doctor está basada en una miniserie homónima coreana de 20 capítulos emitida en 2013, esta nueva ficción norteamericana tiene bastante que ver con House porque el protagonista es un médico genial e imprevisible, con grandes dificultades en el trato personal con los pacientes. La diferencia es que el personaje interpretado por Freddie Highmore no es irónico, sino ingenuo y bondadoso.
El protagonista es, como el Dr. House, genial y con dificultades para la relación personal, pero no irónico, sino ingenuo y bondadoso
Un gran mérito de la serie es que consigue hacer asequible al público medio los complejos problemas científicos que se plantean en un hospital. David Shore ya mostró en House que es un maestro en hacerse entender con la utilización de sobreimpresionados explicativos y un lenguaje que combina términos científicos y explicaciones sencillas.
Desaciertos imprevisibles
Con todos estos elementos a favor resulta inexplicable que un creador tan experimentado como David Shore caiga en algunos errores básicos. Estoy de acuerdo con lo que dicen algunos críticos de televisión norteamericanos: a la serie le sobra música, decenas de flashbacks, personajes secundarios anodinos, sensiblerías toscas y diálogos simplistas. Es evidente que este tipo de ingredientes pueden dar audiencia (de hecho, The Good Doctor es la serie más vista en Estados Unidos en estos momentos), pero hacen perder credibilidad y recorrido a los personajes.
Aunque no se llega a un nivel tan bajo y efectista como en Anatomía de Grey, The Good Doctor está lejos de las primeras temporadas de House o de esa magnífica serie catalana de hospital titulada Pulseras rojas. O, por poner un ejemplo más reciente de dramedia con un uso prodigioso de flashbacks y banda sonora, This is Us es una serie que emociona y hace pensar al espectador con mucho más talento y profundidad.
En la serie hay ideas interesantes sobre el trabajo en grupo, aprender de los errores, la necesidad de tratar con humanidad al paciente, etc. Al igual que sucedía en House (capítulo 3.17: Posición fetal), en The Good Doctor (capítulo 4) también hay una explicación matizada del aborto. Sin embargo, al igual que sucedía en la serie protagonizada por Hugh Laurie, el debate sobre la eutanasia es muy epidérmico y políticamente correcto (capítulo 7).
Por todos estos motivos, esta serie es muy irregular, capaz de compaginar diálogos brillantes con giros muy sentimentales. Lo mejor son los dos actores protagonistas y la música, algo reiterativa, pero eficaz con la inserción muy acertada de algunas canciones maravillosas como “Forest” del grupo indie Rogue Wave.
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