Este remake de Chacal se aleja bastante en espíritu del clásico de Fred Zinnemann. Lo que allí era rigor documental y sobriedad al dibujar cómo un asesino profesional preparaba un magnicidio, y qué hacía la policía por evitarlo, se convierten aquí en show hollywoodiense. Lo cual significa que, si bien hay un par de intensas secuencias de acción, el conjunto sigue cauces muy manidos.
Llaman la atención las lagunas de guión. Si difícil es creer que los servicios secretos norteamericano y ruso recurran a un terrorista del IRA para buscar a Chacal, lo es aún más el inconexo personaje de la terrorista vasca.
José María Aresté