May es una mujer septuagenaria que vive en las afueras de Londres con su anciano y enfermo marido. Cuando éste muere durante una visita a Londres para ver a sus hijos, ella se instala en casa de su hijo mayor e intenta recomponer su vida. Cansada de ayudar a los demás, May se dedica a disfrutar de la vida, hasta que se enamora de Darren, un albañil de treintaytantos años, separado de su esposa, amigo del hijo de May y amante de su hija.
La película comienza bien, con un interesante retrato social dominado por el poderoso contraste entre la felicidad serena del matrimonio anciano y el centrífugo individualismo de las parejas jóvenes. Sin embargo, un hedonismo rastrero y egoísta se va adueñando poco a poco de todos los personajes, hasta forzar unas evoluciones dramáticas muy poco creíbles y en algún caso -como en el personaje de Darren- absolutamente tramposas y artificiales. Ante este defecto esencial -agravado por un tratamiento muy morboso de las escenas sexuales-, de poco sirven los esfuerzos de los actores -todos ellos muy buenos-, o la sólida puesta en escena, o el sugerente envoltorio musical. Todo se queda en un culebrón vacío y casi sin interés. De modo que, a la postre, ha salido perdiendo el director Roger Michell (Persuasión, Titanic Town, Nothing Hill, Al límite de la verdad) en esta colaboración con el guionista Hanif Kureishi, autor de relatos y guiones tan discutibles como Mi hermosa lavandería o Intimidad.
Jerónimo José Martín
