En la serie The Young Pope (2016), Paolo Sorrentino presentaba una imagen del Papa (ficticio) y del Vaticano desde el punto de vista de una persona no creyente, pero que a todas luces siente fascinación o incluso admiración por la Iglesia católica, al menos por las formas; quizá no tanto por la liturgia en sentido estricto –de sacramentos no parece entender mucho–, pero sí por los ritos del Vaticano.
En La gran belleza (2013), La juventud (2016) e incluso en Silvio (y los otros) (2019) demuestra asimismo su esteticismo; su cuidado del diseño de producción, la fotografía y la banda sonora en busca de belleza fílmica va unido con mayores o menores dosis de sensualidad y erotismo.
The Young Pope trataba del joven obispo norteamericano Lenny Be…
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