Sparks es una banda de rock estadounidense liderada por los hermanos Ron y Russell Mael. Eso es lo que dice Wikipedia. Algunos han oído hablar por primera vez de esta banda hace menos de dos meses, cuando el cineasta francés estrenó su iconoclasta musical Annette. Los hermanos Mael eran, son, los autores del libreto y de la música. Es aquí donde termina este sensacional documental que recorre la larga carrera musical de los hermanos Sparks desde que, en 1971, lanzaran su primer disco.
Lo que hace Edward Wright, que confiesa hacerlo como homenaje a la banda, es proverbial. Porque los hermanos Mael no dejan de ser, como se comprueba en la película, una rara avis en el panorama musical. Llevan cinco décadas tocando, han grabado 25 discos y son autores de casi 300 canciones; su música ha influido en grupos tan icónicos y diferentes como Abba, Queen o Pet Shop Boys, pero no son, ni de lejos, tan famosos como ellos, ni han vendido tantos discos, así que tampoco son tan ricos.
Son inclasificables, porque han compuesto de todo. Son extravagantes y rompedores, pero han vivido al margen de los escándalos y del lado más oscuro de la música. En estos 50 años ni siquiera se han peleado o han roto la banda. Russell, el guapito, canta; Ron, el raro, compone, y los dos hablan con afecto y admiración del otro. En resumen, unos auténticos personajes, de esos que demuestran que, a pesar de la opinión de Aristóteles, si tienes personaje tienes relato.
Wright tiene personaje, tiene historia –medio siglo de música– y tiene un valiosísimo fondo documental, tanto de imagen como de sonido, para contarla. Tiene además a los protagonistas como ingeniosos narradores y, por si fuera poco, el director ha decidido imitar a sus ídolos y se ha complicado la vida enriqueciendo el guion con todo tipo de apoyos visuales: ilustraciones, memes, fotomontajes… Todo cabe y todo suma en un documental que no sabe lo que es la pereza. El vertiginoso –y ya digo, laborioso– montaje está al servicio de lo que se cuenta. No hay artificio, aunque haya un torrente de lenguaje visual desde el primer minuto.
Y, por último, y no menos importante, este es un documental que habla de trabajar bien y duro, cuando tienes veinte años y cuando tienes sesenta; de ser fiel a tus ideas y de abrirte a cosas nuevas, de experimentar, de no tomarse a uno mismo demasiado en serio, de reírse del éxito y de las modas. Y habla sobre todo de levantarte cuando has fracasado… para seguir trabajando. Maravilloso.
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta