Nueva Orleans, 1912. Tiana es una joven afroamericana, de origen obrero y huérfana de padre, que sueña con abrir su propio restaurante. Cuando está a punto de lograrlo, irrumpe en su vida el príncipe Naveen, a quien el malvado doctor Facilier ha convertido en sapo. Tiana intenta deshacer el hechizo besando al batracio, pero el resultado no es el esperado.
Tras seis años centrada en el 3D, la Disney retorna a la animación tradicional con esta versión libre del moderno cuento infantil The Frog Princess, de Ed Baker, inspirado en La princesa y el sapo, el clásico popular de los hermanos Grimm. La película padece un guión disperso, con demasiados personajes y un protagonismo excesivo del vudú, que propicia varias secuencias truculentas. Además, los números musicales, aunque bien resueltos, no tienen la magia y vibración de los mejores clásicos del mítico estudio.
De todas formas, la trama resulta divertida, y ofrece reflexiones valiosas sobre la integración racial y social. Y, desde luego, su animación es magnífica, y confirma la alta calidad de sus diseñadores de personajes -con Andreas Deja al frente- y de sus directores, Ron Clements y John Musker, responsables de obras maestras como La Sirenita o Aladdin, y de filmes sólo notables, como Hércules o El planeta del tesoro.