El mundo de los niños, un mundo lleno de riquezas e imaginación, parece algo lejano a los que buscan la seguridad, lo tangible. Es un mundo distinto, que a veces cerramos a los propios niños abriendo la llave de la televisión, en el que es necesario colarse, porque desborda música, juegos, poesía, brujas, hadas, estímulos de la creatividad, de la inventiva, y en el que no extraña ver al sol y a la luna en animada conversación.
En Tic Tac, la directora catalana Rosa Vergés (Souvenir, Boom, boom) introduce maravillosamente al espectador en ese mundo, real, poniendo la cámara a la altura de los tres pequeños protagonistas, cuya interpretación vale la pena destacar, y enseña a los niños a soñar. Quizás algunos, los más pequeños, se pierdan en la idea del paso del tiempo, que estructura el argumento, aunque, prendidos en o prendados de cualquiera de sus fantasías, todos disfrutarán la visita a ese precioso mundo de los niños, que no sólo abre por Navidad.
Sería una lástima que una película de la talla de Tic Tac -espléndido regalo para la infancia, por su derroche de sensibilidad y pedagogía- pasara inadvertida.
Pedro Antonio Urbina