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Guión: Nora y Delia Ephron. Intérpretes: Tom Hanks, Meg Ryan, Greg Kinnear, Parker Posey, Jean Stapleton, Dave Chappelle, Steve Zahn. 110 min. Jóvenes.

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Kathleen es una joven librera, especializada en literatura infantil, que ve su negocio amenazado por la apertura de una gigantesca tienda de libros a la vuelta de la esquina. Un encuentro con Joe Fox, gerente y heredero de la poderosa cadena de librerías, le hace comprender que está metida en una auténtica guerra sin cuartel. Mientras tanto, Kathleen mantiene una relación platónica, a través del correo electrónico, con un hombre a quien no conoce. A él puede abrir su corazón y contarle sus problemas. Y al revés. Esto lleva a los dos anónimos amantes virtuales a concertar una cita para verse cara a cara, aunque en principio habían acordado no hacerlo.

Tom Hanks y Meg Ryan ya hicieron juntos Joe contra el Volcán y Algo para recordar, acertada nueva versión de Tú y yo (Love Affair), de Leo McCarey. Como no hay dos sin tres, y a Hollywood no le gusta correr riesgos, el mismo equipo de esa última película ha vuelto a reunir a la que algunos consideran mejor pareja romántica del momento, y con la misma fórmula: la modernización de un clásico, en este caso, El bazar de las sorpresas (The Shop Around the Corner), de Ernst Lubitsch.

El nuevo guión de las hermanas Ephron ha utilizado bastante el original, incluso en la planificación de algunas escenas. Y ha sabido modernizar con tacto lo accesorio: correo electrónico en lugar del ordinario; la rivalidad entre los pequeños comercios y las grandes superficies; y también -en este punto, con menos fortuna-, el hecho de que los dos protagonistas convivan con sus respectivas parejas, si bien este detalle queda muy en segundo plano.

La dinámica y el estilo de la película son similares a los de Algo para recordar, aunque ahora la credibilidad de la trama recae más en el personaje de Meg Ryan. Por otra parte, la historia tiene más entidad, y su fondo resulta más serio, más realista, al modo de Frank Capra. Sin embargo, se echan en falta aquellos chispeantes diálogos de Algo para recordar, en torno al propio cine romántico, que servían de elemento de unión y dotaban de frescura al conjunto.

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