En un giro inesperado, el taiwanés Ang Lee se está ganando al público y a la crítica de medio mundo con su última obra, Tigre y Dragón. Se trata de un singular cóctel de artes marciales y melodrama, basado en la cuarta parte de un popular folletín que el chino Wang Du Lu escribió poco antes de la II Guerra Mundial. El film ya ha ganado siete premios de la crítica norteamericana, y los Globos de Oro y los Premios de la Academia Británica a la mejor película en habla no inglesa y al mejor director. Ahora opta a 10 Oscars, entre ellos, a la mejor película, película en habla no inglesa y director.
Usando como hilo conductor las peripecias de una mítica espada, el guión hilvana una trama de aventuras e intrigas con otra de amores imposibles, ambas protagonizadas por ladrones y wuxias. Estos últimos son honestos caballeros andantes, sin lealtades fijas y de corazón rebelde, que desfacen entuertos durante la época de Confucio en el mágico mundo de Giang Hu.
La película tiene una puesta en escena fascinante, de esmerada ambientación, y enriquecida con la preciosa fotografía de Peter Pau y la excelente banda sonora de Tan Dun, a la vez clásica y moderna, oriental y occidental. Por su parte, los actores alivian con sus poderosas presencias físicas el tono declamativo de los diálogos. Esto queda patente en los apabullantes combates de artes marciales, coreografiados como pasos de ballet por el especialista Yuen Wo-Ping –que ya demostró su maestría en Matrix–, y resueltos con espectaculares efectos especiales.
Sin embargo, el ritmo se desacelera bruscamente en los pasajes melodramáticos, que tienen un tempo muchísimo más lento y contemplativo. Además, estos fragmentos están marcados por una sensualidad algo empalagosa y por confusas invocaciones al taoísmo. Por otra parte, el hiperromántico duelo entre el ansia de libertad de los personajes y las opresivas convenciones sociales se afronta con un fatalismo algo artificioso.
De todos modos, Ang Lee universaliza estas ideas subrayando la fortaleza interior de los personajes. Por eso logra una película entretenida y original que, a pesar de sus defectos, eleva el cine de artes marciales a niveles artísticos insospechados.