Simpatiquísima mirada a un conflicto, el de Oriente Medio, que habitualmente se aborda en desgarradores dramas, recurriendo a elementos como guerras y atentados terroristas, y en el que suelen dominar el odio o el rencor.
Sigue a Salam, un inmaduro joven palestino, al que su tío productor le consigue un trabajo de auxiliar en la popular telenovela Arde Tel Aviv, que se filma en Ramallah y en la que una espía palestina debe seducir a un general israelí. La función de Salam consiste simplemente en asegurarse de que los diálogos en hebreo no contengan fallos, pero al poco tiempo, por un equívoco, será rápidamente promocionado.
Sameh Zoabi demostró ser un guionista ocurrente al coescribir Idol, en que un joven residente en Gaza se las componía para competir como cantante en un programa estilo Operación Triunfo. Aquí insiste en mirar a las peculiaridades de judíos y palestinos, riéndose suavemente de unos y otros, coescribiendo el libreto y dirigiendo. Y con magnífico ritmo compone un sabio maridaje entre las recreaciones televisivas –con las ficciones coloristas y exageradas de rigor– y el mundo real, en que Salam trata de sentar la cabeza y llegar a la mujer que ama.
Están muy bien los actores. Destaca la extraña pareja que componen Kais Nashif (Paradise Now), el palestino algo caótico, y Yaniv Biton, un militar israelí riguroso en su puesto, pero muy unido a su familia, y también la interactuación con secundarios como Nadim Sawalha, el tío productor.
