En esta película, Luis García Berlanga mantiene el estilo esperpéntico y excesivo de sus últimas obras. Un grupo de antiguos antifranquistas se reúne en la cárcel modelo de Valencia con motivo del Día del Preso de Conciencia. El acto acabará convirtiéndose en un caótico motín en el que aflora todo lo ridículo y mezquino de la España política, económica, social…, sus egoísmos, hipocresías y oscuros intereses; todo en tono de humor bufo.
El guión es coherente en su incoherencia, construido en un vertiginoso sucederse de negruras, sal gorda y tópicos. No hay caracteres, sino caricaturas; ni interpretaciones individuales, sino un conjuntado desmadre coral. La puesta en escena controla esa anarquía con multitud de planos-secuencia, con un ritmo y un pulso, en general, magníficos.
Crítica fallera o risotada hispánica contra la corrupción actual en España; lo que se quiera, pero Todos a la cárcel es una buena película de un buen director. Tal vez uno esperaría que los premios Goya fueran para obras más serias, menos groseras, no irreverentes… Pero ese realismo, mal que nos pese, es el que predomina en nuestro país. Y casi todo el otro cine español se toma demasiado en serio su propia nadería.
Pedro Antonio Urbina