El director de fotografía estadounidense Ericsson Core dio el salto a la dirección en los filmes deportivos Invencible y Point Break (Sin límites). Ahora confirma su solvencia con Togo, notable película de aventuras para todos los públicos, estrenada en la plataforma Disney+. El filme recrea hechos reales poco conocidos y que reparan una injusticia histórica.
Alaska, 1925. Casi todos los niños del pueblo de Nome pueden morir por una epidemia de difteria. Los chavales necesitan un suero antitoxinas que solo tienen en la gran ciudad más cercana, a cientos de kilómetros de hielo y nieve. Desesperados, el alcalde y los principales del lugar piden ayuda a Leonhard Seppala, un veterano entrenador y conductor de perros, de origen noruego, para que intente la misión imposible de viajar a la ciudad y volver con su trineo, que lidera un indomable perro husky llamado Togo.
Esta vibrante recreación de la denominada Gran Carrera de la Misericordia mejora los logros de la reciente La llamada de lo salvaje, de Chris Sanders. Y lo hace recuperando el tono alentador de las clásicas producciones familiares de la Disney y reduciendo al mínimo los efectos digitales, sobre todo, respecto a los diversos perros reales que interpretan a Togo.
En este sentido, el trabajo interpretativo realizado con ellos es portentoso, y aporta una enorme autenticidad –tanto en los pasajes dramáticos como en los hilarantes contrapuntos de humor– a su vitalidad, rebeldía, fidelidad y espíritu de sacrificio. Esto garantiza la entidad narrativa de los numerosos flash-backs que recrean la relación a lo largo del tiempo del perro con su dueño Seppala y su esposa Constance –magníficamente interpretados por Willem Dafoe y Julianne Nicholson–, y potencian la progresión dramática de la impresionante odisea que vivieron, con secuencias memorables, especialmente en la helada bahía de Norton Sound.
Queda así una estupenda película de aventuras, con una sensacional fotografía del propio Core y una intensa banda sonora de Mark Isham, y redondeada con tramas secundarias también enriquecedoras en sus reflexiones sobre el matrimonio, el sentido cívico y ecológico, y la solidaridad hasta el heroísmo. Ahora solo falta cambiar al titular de la famosa estatua canina que hay en mitad del Central Park de Nueva York.
Jerónimo José Martín
@Jerojose2002