La primera biografía cinematográfica sobre J.R.R. Tolkien se centra en la infancia y la juventud del que sería profesor en Oxford y creador de lenguas e historias mitológicas. Los guionistas David Gleeson y Stephen Beresford y el director Dome Karukoski narran en dos planos temporales: como marco sirve la batalla del Somme en 1916, durante la Primera Guerra Mundial.
El joven teniente Tolkien se tambalea por la fiebre entre trincheras en busca de un amigo de la infancia. Las imágenes de una tierra quemada, bañada en sangre, y el uso del temido gas mostaza provocan visiones de jinetes apocalípticos, que le traen recuerdos de su infancia –segundo plano temporal–, cuando él y su hermano Hilary eran introducidos en el mundo de las leyendas por su madre Mabel, en el encantador paisaje de West Midlands que inspiró la Comarca (Hobbiton) en sus obras. Tras el repentino fallecimiento de su madre, el sacerdote católico Francis Morgan se hizo cargo de la tutela de los hermanos Tolkien; los alojó en una pensión en Birmingham y les dio la oportunidad de matricularse en la renombrada escuela King Edwards de Birmingham.
Tolkien , empleando una dramaturgia convencional con trama-marco y flashbacks, trata de rastrear las fuentes de inspiración para la obra del escritor, y lo hace con diferente sutileza. Por un lado, resalta el talento de Tolkien para las lenguas antiguas ya desde la infancia; el asolado paisaje del Somme es un trasunto de Mordor, donde Tolkien –como Frodo– cuenta con un fiel ayudante llamado Sam. E incluso la Tea Club and Barrovian Society, que crea Tolkien junto con tres compañeros de clase, aparece como modelo de la Comunidad del Anillo.
Sin embargo, en Tolkien no aparece esa otra sociedad que más tarde, en Oxford, desempeñaría un papel muy destacado para J.R.R. Tolkien: Inklings, alrededor de C.S. Lewis. A los decisivos años de Oxford, en los que Tolkien desarrolló su mitología de la Tierra Media, apenas se alude en un epílogo. Lo mismo sucede con su fe católica, sin la cual su obra literaria no puede comprenderse.
Tolkien es interesante para acercarse a la infancia y juventud del escritor, así como a la bella historia de amor con Edith, un amor que duraría toda la vida. Pero queda la sensación de que se ha desperdiciado una ocasión para ahondar en cómo J.R.R. Tolkien llegó a crear una auténtica mitología que armoniza la forma clásica de este género con una visión auténticamente cristiana, como se aprecia por ejemplo en la poética historia de la creación en el Silmarillion.