A partir de una rigurosa documentación histórica, Un Dios prohibido recrea el martirio, en agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil española, de Florentino Asensio Barroso, obispo de Barbastro, del laico Ceferino Giménez Malla, alias El Pelé –el primer beato de raza gitana–, y de 51miembros de la comunidad claretiana de Barbastro, en su mayoría seminaristas muy jóvenes, procedentes de toda España. En concreto, la película relata pormenorizadamente la detención de todos ellos por la célula anarquista que se hizo con el mando de la ciudad, las crueles torturas físicas, psíquicas y morales a las que fueron sometidos durante su corto cautiverio, y finalmente su asesinato a sangre fría y sin ningún juicio previo. Todos ellos fueron beatificados por Juan Pablo II entre 1992 y 1997.
El guionista Juanjo Díaz Polo y el director salmantino Pablo Moreno –autor de Jesús, el peregrino de la luz y otras películas de tema religioso– aciertan al tomar como puntos de referencia dos relevantes películas recientes: De dioses y hombres, de Xavier Beauvois, y Encontrarás dragones, de Roland Joffé. De esta manera, Un Dios prohibido se centra más en el heroísmo de los mártires –sobre todo en su sorprendente capacidad de perdonar y en su amor por la Eucaristía– que en el fundamentalismo ateo y en la irracional crueldad de los verdugos, aunque ambas actitudes quedan reflejadas con claridad en la película. Este enfoque, nada revanchista, más religioso que denunciatorio, matiza y eleva cada secuencia del guion y compensa la evidente falta de medios con que se ha hecho el filme, así como el carácter un tanto amateur de algunas interpretaciones.