Director y guionista: Paul Quinn. Intérpretes: Aidan Quinn, Moya Farrelly, James Caan, John Cusack, Stephen Rea, Colm Meaney. 120 min. Adultos.
Kieran Johnson (James Caan), maestro viudo y sin hijos, profesionalmente desmotivado y al cargo de su madre enferma, parte hacia Irlanda cuando descubre en un viejo baúl una fotografía de hace más de 50 años. En ella aparece su madre, Fiona Jackson, con una plácida sonrisa junto a un apuesto joven llamado Kieran. Cuando Johnson llega al pueblo de su madre conoce a una vieja gitana que le relata una historia de amor que acabó siendo imposible.
Los hermanos Quinn, productores, director, guionista, fotógrafo y actor, han dedicado tiempo a llevar a cabo este proyecto que quiere ser un homenaje a Irlanda. Sin embargo, el homenaje se ve lastrado por esa visión parcial que vienen desarrollando algunos católicos irlandeses desde hace años -véase la película El baile de agosto, o léase la novela Las cenizas de Ángela-, que miran su religión más como una traba que como una ayuda, o la tratan como un simple factor cultural sin más.
La historia, narrada en flashback, tiene una puesta en escena fuerte y sensible, ambientada con una bella música. Los obstáculos al noviazgo de Kieran y Fiona fueron sobre todo sociales y económicos, aunque los sacerdotes tuvieron, inocentemente, un mal papel: un gran rigor doctrinal, sin caridad ni simpatía, que supone un tremendo palo a un hombre que ya está abrumado por otras circunstancias.
El contraste entre la joven generación y la de los abuelos muestra cómo ha cambiado Irlanda. ¿Para mejor? La anécdota que desencadena la acción es floja, por poco clara, aunque resulta creíble gracias a la interpretación de James Caan.
Fernando Gil-Delgado