John Grogan es un periodista americano que publicó en 2005 Marley & Me, una especie de memorias sobre la convivencia del joven matrimonio Grogan con su perro Marley. El libro se convirtió en best-seller, y David Frankel (El diablo viste de Prada) a partir de un guión de Scott Frank (Minority Report, El pequeño Tate) y Don Roos (Algo que contar) lo ha llevado a la pantalla grande.
Hay dos cosas que sorprenden en esta película: la primera, que una comedia tan dramática como esta haya ganado más de 140 millones de dólares en Estados Unidos; la segunda es que a David Frankel, que demostró oficio en un producto similar (El diablo viste de Prada era la adaptación de las memorias de una becaria de Vogue) le haya salido ahora una película tan floja, convencional y episódica. No hay nada que rechine: la pareja protagonista está correcta y Frankel rueda bien y controla los entornos periodísticos -muy embellecidos-. pero es todo tan previsible…
La impresión es que no hay apenas historia y la cinta se queda en una sucesión de gags supuestamente divertidos -siempre que a uno le diviertan los perros-, varios detalles dramáticos y unos cuantos apuntes sociológicos En este sentido, David Frankel no se atreve a llevar su crítica demasiado lejos y una vez que plantea -en ocasiones con lucidez, en otras con desconocimiento y prejuicio- una serie de cuestiones de gran actualidad (desde la conciliación trabajo-familia, la mentalidad hiperplanificadora en relación a los hijos y la consideración de las mascotas como seres humanos), se sube al carro del desconcierto. Es cuando la cinta se convierte en drama y, en mi opinión, descarrila.