Director: Lasse Hallström. Guión: Mark Spragg y Virginia Korus Spragg. Intérpretes: Robert Redford, Jennifer Lopez, Morgan Freeman, Becca Gardner, Josh Lucas. 107 min. Jóvenes. (V)
Empujada por una situación adversa, una mujer viuda, con una hija de 11 años, decide abandonar su vida en Iowa y volver al rancho de su suegro en Wyoming. Einar (Robert Redford) vive con Mitch (Morgan Freeman), un empleado y amigo con el que convive desde hace muchos años y al que tiene que cuidar por las heridas que sufrió tras el ataque de un oso. La relación entre nuera y suegro es muy mala y la nueva situación reabrirá heridas que nunca cicatrizaron.
Lasse Hallström, director sueco de 59 años, afincado en Estados Unidos desde principios de los 90, se ha especializado en dramas familiares ambientados en bellas localizaciones, casi siempre con un toque de realismo mágico y un planteamiento ético bastante difuso y con esencias del evanescente New Age: mucho espacio para la tolerancia, marcada tendencia a ridiculizar la religiosidad, planteamientos hedonistas, apelación omnipresente a «mamá naturaleza»…
Esta película rodada -así es el cine- en bellos paisajes canadienses, con pulso irregular y algunas tramas demasiado esquemáticas, viene a reforzar la tesis de que Hallström no da mucho de sí como director. Con la ayuda de su habitual y experimentado equipo técnico logra una película amena en la que brillan dos grandes actores veteranos, con una fotogenia arrolladora. La relación entre los dos amigos es lo mejor de una bonita historia en la que asoman -esta vez de manera muy fugaz y sin estridencias- algunos tics de Hallström («¿sois gays? -pregunta la nieta a su abuelo, apresurándose a añadir, para quitar hierro al asunto: «mi profesora de música es lesbiana»).
Alberto Fijo