La ganadora de la Palma de Oro en Cannes es una de las películas más aburridas y vacías que recuerdo. Pretenciosa, hermética y risible a ratos (las apariciones de una versión en pelo negro del Chewbacca galáctico con los ojos rojos, que explica muy serio que no tenía tanto pelo pero que su espíritu se apareó con un mono y ese es el resultado), desarrolla el tema de la reencarnación, con un planteamiento verdaderamente plúmbeo, que a un sector muy reducido de la crítica que necesita tener a un ídolo de nombre raro le ha entusiasmado. Nada de lo que pasa logra interesarme lo más mínimo, todo es envoltorio, y para colmo, un envoltorio de muy poco nivel fílmico. Que esta película tailandesa le arrebatase la Palma a la francesa De dioses y hombres es puro surrealismo.
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