El 26 de junio de 1996 la periodista irlandesa Veronica Guerin fue asesinada en su coche. Los narcotraficantes que ella había combatido desde las páginas del Sunday Independent cobraban su venganza. Veronica recibió el International Press Freedom Award; fue la primera vez que este galardón se concedía a una mujer.
La vida de Veronica Guerin no necesitaba tratamiento alguno para la pantalla grande: una periodista de investigación joven y bella, madre de familia, que se siente conmovida ante los estragos que la droga causa entre los jóvenes de su país, que no se conforma con la explicación oficial ni con la legislación que permite que Irlanda pueda ser un puerto franco para los narcotraficantes, y decide llegar al fondo de la verdad. En el curso de sus investigaciones encontrará incomprensión por parte de los políticos, la policía, sus colegas de profesión y su familia. Se trata de una mujer en un mundo masculino, de una persona no convencional en un ambiente conservador, de una madre de familia que está descuidando a los suyos por su trabajo. En más de una ocasión estuvo a punto de tirar la toalla; sólo se mantuvo firme por testarudez y porque creía que su trabajo iba a ayudar a su país, como así fue.
El mundo de la investigación periodística ha sido llevado, con éxito, al cine en numerosas ocasiones, y recientemente dos títulos en torno al famoso criminal irlandés El General, que también aparece en esta cinta, relataban los bajos fondos irlandeses. En ese contexto ¿qué puede aportar un director norteamericano? Joel Schumacher aporta un ritmo vigoroso a esta historia y una actriz extraordinaria, Cate Blanchett, que lleva en volandas la historia de principio a fin. Gerard McSorley encarna al capo irlandés y le da una excelente réplica, de modo que buena parte de la cinta se convierte en un duelo que mantiene al espectador en vilo la mayor parte del metraje. Así que, dentro de su sencillez, Veronica Guerin es una película notable.
Fernando Gil-Delgado