El hielo de los casquetes polares se ha fundido, y las aguas cubren la Tierra. Los supervivientes malviven en infectas ciudades construidas sobre atolones con la esperanza de pisar un día la mítica Tierra Seca. La trama se inicia con la llegada a una de estas ciudades de Mariner (Kevin Costner), un solitario navegante, y más tarde de los smokers, un grupo de violentos delicuentes. Mariner huirá del caos que se organiza acompañado de una mujer y de una niña que tiene en la espalda un misterioso tatuaje.
Ríos de tinta han acompañado a esta película, la más cara de la historia del cine. Parafernalia extrafílmica aparte, Waterworld es una historia de acción futurista entretenida, de guión simplón y personajes poco interesantes. Como se busca el tirón comercial -hay que recuperar el mucho dinero gastado-, la película incluye numerosas concesiones a la galería, incluida alguna secuencia erótica bastante burda.
El principal valor del film proviene del tratamiento visual y del diseño de producción. El look de una película cuyos horizontes paisajísticos sólo ofrecen agua tiene un indescriptible encanto, y Kevin Reynolds lo aprovecha filmando unas cuantas secuencias de gran fuerza y originalidad.
José María Aresté