Rose-Lynn Harlan, joven e inmadura madre soltera de dos niños, ha estado un año en prisión. Sueña con ser cantante country, para lo que debería dejar Glasgow y establecerse en Nashville. Pura quimera, pues toca sacar adelante a los hijos, de los que se ha ocupado la abuela Marion. Pero surge una oportunidad gracias a la mujer que le ha dado trabajo como empleada doméstica.
El guion de la desconocida Nicole Taylor sigue el patrón de heroína que trata de convertir en realidad unos sueños a priori inalcanzables, por un entorno social humilde, donde son problemas serios la falta de dinero, la maternidad a temprana edad, o la carencia de contactos. Citando a Jane Austen, podríamos decir que no basta la sensibilidad, el talento: también hace falta el juicio, pisar la tierra; hay que conjugar el arrojo con el sentido del deber y las prioridades, y no dejarse envolver por un individualismo autodestructor y mentiroso.
La película está bien dirigida por Tom Harper (las series Misfits, Peaky Blinders, Guerra y paz), y las abundantes canciones country son parte esencial de ella. Jessie Buckley, originalmente cantante, demuestra buenas tablas interpretativas, junto a las experimentadas actrices Julie Walters y Sophie Okenedo.