El 11-S ha dado lugar a muchas producciones cinematográficas y televisivas, y muy pocas de ellas han sido memorables. Aún recuerdo algunos momentos ridículos de World Trade Center, de Oliver Stone (2006), aunque también es justo recordar la impecable United 93, de Paul Greengrass de ese mismo año. Worth es una producción de Netflix –con estreno en salas– que cuenta una parte de la historia aún no contada: las polémicas indemnizaciones a los familiares de las víctimas en los meses posteriores al atentado.
En el reparto hay tres actores que merecían unos personajes con una definición más precisa y creativa. Amy Ryan (Win win, Adiós pequeña, adiós, Birdman) es la que mejor consigue construir un personaje con vida propia, mientras que Michael Keaton y Stanley Tucci no consiguen encontrar el tono interpretativo que maquille las carencias del guion de Max Borenstein (un escritor menor que hasta ahora había firmado los libretos de taquillazos como Godzilla contra Kong, o fracasos como la serie Minority Report).
La película tiene un principio muy atractivo y dramáticamente eficaz, pero la historia no acaba de despegar durante demasiados minutos. Interesan mucho más las historias mínimas que el proceso judicial, que resulta evidente y bastante populista. La directora Sara Colangelo (La profesora de parvulario) hace una planificación correcta y distante, coherente con un guion que podría ser mucho más fascinante, y se queda en un relato con momentos de interés.