Númenor. Altair. Sevilla (1998). 100 págs. 1.500 ptas.
Señala Julio Martínez Mesanza en el prólogo que «predomina, en la poesía española, la abstracción», y es poco frecuente la relación profunda, no meramente decorativa, de los poetas con la naturaleza: «Para Pedro Antonio Urbina, la poesía existe en lo que nos rodea y saberlo ver es la condición sin la cual no puede comenzar el proceso creativo. No son las palabras las que hacen poéticas las cosas, sino que son estas, poéticas en sí mismas, las que dan vida a las palabras y despiertan el canto del poeta».
Los poemas de Algún interminable mérito son un encuentro con la grandeza que trasciende a toda acción y a toda criatura, oculta tantas veces bajo el fulgor de lo aparente. Por esto, en los poemas de Pedro Antonio Urbina, tan importante es el canto como lo que detrás de la palabra se vislumbra, tan importante es la voz como el silencio contemplativo al que invita. En palabras del propio poeta, son «un puente muy largo, / largo hasta después». Este «después» es lo que el autor propone descubrir a través de sus versos. Los poemas se distribuyen en dos series muy densas -«Una historia universal» y «Ángeles, luces, las flores y el mar»-, separadas por los poemas más breves de «Epigramas» e «Intermedio». El libro concluye con «De música», cinco poemas de gran hondura. Esa visión amorosa de la naturaleza se expresa unas veces con gozo y otras con dolor, pero siempre en un trasfondo de esperanza, de sentido, de búsqueda de plenitud, de primavera: «Andar, bajar, morir / y reír luego como tú triunfante / en el cálido cuenco de la mano azul / e inmensa».
El estilo de los poemas es conciso, con las palabras necesarias, sin retórica huera. Hay que destacar, además, la calidad de la edición y aplaudir a los profesores y alumnos del Colegio Altair de Sevilla, promotores de esta valiosa colección.
Luis Ramoneda